Memorias de un estafador


Recuerda cómo entraste. Cauteloso. Sin dejar apenas huellas a tu paso. Esperando que cayera la noche para no ser visto. Gracias a esa paciencia que te define. Estudiando a fondo cada movimiento. El silencio era tu fiel compañero, haciendo de ti un alma en pena, sin rumbo. Guiado tan sólo por el instinto, te supiste defender. Los contratiempos en tu camino resultaron sólo un falso inconveniente. Realizabas siempre la misma operación, no había pérdida. Sabías dónde buscar, podrías ir con los ojos cerrados. Apostabas por planes que parecían inalcanzables para cualquiera. Como has podido comprobar, las intensas jornadas examinando aquella morada no resultaron en vano.


Pasaste desapercibido bajo la apariencia de un enjuto mendigo. La gente sentía lástima por la tristeza de tu mirada, las ropas viejas que vestías y la elocuencia con la que predicabas. Nadie sospechaba de tus acciones, tenían ante ellos a un pobre necesitado que demandaba sustento. Aprovechaste ocasiones inéditas, recibiste sin dificultad lo que con tanta codicia rogabas. Jugar con los sentimiento ajenos era uno de tus puntos fuertes. Con la sangre fría que regaba tus venas, sonreías a las adversidades, retándolas. No te importó dejar a un lado tu integridad con tal de llegar hasta el final, con tal de conseguir los objetivos.

Actuando como un profesional, fuiste capaz de engañar hasta al más astuto hombre. Haciéndole creer que andabas perdido, que como extranjero que eras no entendías sus palabras. Con movimientos rápidos pero concisos, le desvalijaste sin apartar ni un segundo la mirada. Tus intereses se han acabado convertiendo en el pilar principal. Hablaban en todo momento por ti. Disfrazado de ángel con ojos de diablo, ojos avizores que no dejan escapar oportunidades.

Y mírate ahora, postrado en ese estuche de roble. Tu mundo irreal se ha derrumbado, ya no hay vuelta atrás. El vacío que dejas será ocupando por otro desalmado como tú. Un pobre iluso que cree que la materia alimenta nuestras vidas. Aprenderás de esta lección algún día. Entonces será demasiado tarde. Entonces ya no habrá nadie que te escuche. Te lo tienes merecido por todo el daño que has causado en vida. Pregúntate, ¿ha valido la pena?



                                                                                            Tu Conciencia

MARTA MORALES

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión es fundamental. ¡Gracias de nuevo! Te esperamos ;)

Cada palabra un sentimiento © 2010 | By Fancy Art and designs Con la tecnología de Blogger