Aventuras archivadas

Aventuras archivadas


"Una mañana de febrero, una fría mañana de febrero. Mi vida cambió.Era martes y como cada día, tenía que cumplir con el deber de ocuparme de la biblioteca.

8:14El olor a hierba húmeda y leña llenaba el pueblo de vida. Y el ronroneo de la cafetera me sobresaltó.Según había terminado mi desayuno, me puse mi camisa favorita y unos tejanos azules. Tomé las llaves de la biblioteca y el almuerzo. Y salí a recibir a mi fiel compañero Roco, que comía pienso en el porche.

El piloto de mi Ford Focus pedía a gritos una parada en la próxima gasolinera. Así pues, tras recorrer 5,1 km gire a mano derecha a repostar.Qué vida tan bonita tenía. Una casa recogida y práctica. Un coche que me permitía moverme por los alrededores. Un animal al cual amaba. Y una preciosa familia. La voz del señor con chaleco que indicaba el importe de la gasolina, me saco de mis reflexiones.


9:28 Bajando el puerto, vislumbre un pequeño cervatillo guiado por la que debía ser su madre. Vacas en las verdes praderas. Y caballos en las diferentes parcelas.Aún había tiempo, quedaban exactamente 32 minutos para empezar la jornada laboral. Eso anunciaba la señorita del tiempo de la emisora de radio. Junto a ello, las próxima precipitaciones, que no serían pocas. Pero eso ya no importaba, me había acostumbrado. Llovió ayer, llovería hoy y había un 95% de posibilidades de que lloviera mañana y el resto del mes.


10:01 He aquí un nuevo día. Abrí la pesada puerta, encendí las luces del local y recogí el periódico del buzón.Me senté frente al ordenador, a mirar el correo como cada día. Nada. Ninguna novedad.Algo en la ventana atrajo mi atención. Me acerque. Corrí la cortina y vi ese algo. Un pequeño pajarillo azul se acicalaba en el alféizar. Sus movimientos graciosos me sacaron una sonrisa. Parecía simpático. Pero un movimiento brusco debió asustarle y levanto el vuelo.En ese mismo instante, la campanilla sonó.La primera persona que pisaba la biblioteca. Una muchacha de pelo castaño. Venia buscando libros de psicología. Parecía estresada o agobiada. Debió de estar en época de examenes. Pobre.Le indique donde encontrar lo que buscaba, y rápidamente se perdió entre las estanterías sin hacer el mas mínimo ruido.

La campana no dejo de sonar en toda la mañana. Ancianos, adultos, jóvenes. Rubios, morenas, pelirrojas.. cruzaron el dintel de la puerta. Cada persona con una vida. Cada vida tan diferente.De repente un escalofrío recorrió mi espalda. Eché una ojeada rápida por la sala. Nada fuera de lo normal. Nada por lo que preocuparse. Entonces, ¿qué me hacia sentir tan incómoda? Decidí seguir con mis cosas.Mi cabeza estaba llena de ideas. La mudanza, compromisos absurdos, familia... Estaba en todo pero a la vez en nada. Quizás fueran normales esas sensaciones cuando tu cabeza no paraba de maquinar.Ordene los libros del cesto. Barrí el pasillo central. Ayudé a un par de vecinas.


Pero de nuevo la sensación se apodero de mi. Me sentía incomoda. ¿Observada? Quizás no era eso. Levante la vista. Y entonces los vi.Unos grandes ojos. Profundos.Acogedores.Mis manos perdieron la poca fuerza que tenían y los libros de ella cayeron. Las miradas de los más pequeños de la sala estaban acompañadas de risitas burlonas.Me levante rápidamente y me dirigí al servicio. Tome agua. Me moje las muñecas y me recogí el pelo. Reflexione en lo ocurrido con el fin de quitarle importancia. ¿Pero que pasaba? Me estaba comportando como una adolescente. Un momento, ¿estaba nerviosa?Deje el baño atrás y tome asiento de nuevo.El tic tac del reloj me desvió la vista hacia la sala. No. Otra vez no. Esos ojos. Grandes. Hondos. Con mucho que decir. Con mil aventuras vividas.Imponían.Mi estomago encogido.


12:47Saqué el sandwich del bolso. Estaba francamente hambrienta.Ahora fui yo la que le busque.Llevaba un jersey gris y unos vaqueros negros. Vestía bien. De forma sencilla. Una botas de campo. Una mochila granate repleta de papeles y algo desordenada.Una pila de libros a su derecha. ¿De...? No alcanzaba a ver el tema.Parecía que estaba recogiendo ya. Era tarde, era hora de comer ya, o al menos almorzar.Metió sigilosamente la silla bajo la mesa. Se dirigió a la salida. Y con una simple sonrisa se despidió, dejando la puerta tras de sí.Inquieta por la actitud que había adoptado aquel muchacho, me acerque a la ventana mas cercana a ver si pasaba. Mi instinto acertaba una vez mas. Allí estaba cruzando la calle que llevaba a la plaza.Un frenazo.Un fuerte impacto.Mi corazón se encogió.Los profundos ojos del muchacho de jersey gris no volverían a archivar ninguna aventura mas."

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MARTA MORALES

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